La humildad de Guardiola ya cansa
Tras la victoria contra el Sporting y a 12 puntos del segundo, el técnico azulgrana insiste en el discurso del «pasito a pasito»
La rueda de prensa post-partido de ayer recordó a aquella célebre frase del Señor Lobo en Pulp Fiction: «No empecemos a chuparnos las pollas.» Sólo que en el caso del Barça, la afición culé en pleno está ya de rodillas y con el babero puesto, y el estoico Pep Guardiola insiste en llamar a la calma y no cantar victoria antes de tiempo.
Expertos en psicoanálisis contactados por El Jueves están de acuerdo en que la modestia de Guardiola tiene su origen en una personalidad represiva causada por algún trauma infantil, como haber puesto grandes esperanzas en un enorme regalo de reyes y que luego resultara ser un surtido de calzoncillos. «Eso sí: después de tanta contención, cuando acabe por gritar “campeones”, se le oirá en el otro hemisferio», presiente el doctor Rosendo Caparrós, de la escuela jungiana y socio del Barça desde el 67. «Yo mismo pienso en los 12 puntos y aún me reprimo en público, pero en casa meto unos gritos que se le cae el pelo al gato.»