Le Pen prohibirá llamar «negros» a los inmigrantes que cobren más de 35.000€ al año
Con esta medida, el Frente Nacional espera acabar con las acusaciones de «partido racista»

Marine Le Pen se ha mostrado visiblemente satisfecha tras las elecciones municipales francesas. Su partido, el Frente Nacional, ha obtenido los mejores resultados de su historia, al conseguir al menos 14 alcaldías de más de 9.000 habitantes.«Quiero dar las gracias a todos – ha dicho Le Pen - incluso a los inmigrantes. Estos resultados hubieran sido imposibles si no llega a ser contra ellos».
La hija del paracaidista y fundador del FN, Jean Marie Le Pen, nos recibe en el salón de su casa. Lo primero que nos llama la atención es la decoración de estilo colonial. Marine está apoltronada en un magnífico sofá forrado con piel de leopardo, con los pies reposados sobre la espalda de Hakim, uno de sus múltiples empleados de origen inmigrante: «Sentaos. Podéis acariciarlo – asegura- está vacunado». Acto seguido, el té nos es servido con exquisitas maneras por M’Blandengue, un joven espigado y desnutrido que va vestido de guerrero masai.
Rápidamente surge a colación el tema de la xenofobia. «Mi partido – dice Le Pen- ha sido acusado de mantener un discurso racista. Esas acusaciones son infundadas. ¿Si fuera racista, tendría a inmigrantes trabajando en mi casa como esclavos?». La líder francesa hace un llamamiento a la unidad nacional: «Lo que nosotros proponemos es que todos los franceses, todos, sin importar el color de nuestra piel, estemos unidos para luchar contra los negros».
Una vez terminado el té, Madame Le Pen, siempre seguida por el joven M’Blandengue, nos invita a pasar al estudio. Allí disfrutamos de una copa de champagne servida en un cuerno de rinoceronte, y conversamos al son de las notas de Roschild, un viejo violinista judío que, a pesar de la artritis, la ceguera y una evidente dificultad para controlar su propio esfínter, lucha para ofrecernos su melodía melancólica. Le Pen mira por la ventana: «Cuando me siento perdida, vengo aquí a pensar. Mirando por esta misma ventana, me di cuenta de que nosotros, el Frente Nacional, no somos un partido de izquierdas, ni de derechas. Esto es política. No podemos permitir que algo tan insignificante como una ideología limite nuestros principios».
La velada ha sido fantástica. Y Le Pen, a pesar de su extraña afición por lanzar monedas de níquel contínuamente contra la espalda de sus empleados, se ha mostrado encantadora. Aun así, tras sus últimas palabras, no podemos evitar pensar que tal vez, y solo tal vez, sienta un odio eterno y brutal hacia los inmigrantes. «L'Afrique commence aux Pyrénées» – se despide. Quién sabe si, algún día, España podrá disfrutar de un líder tan carismático y exquisito como Marine Le Pen. Y si lo votará...