Disfrutad del cine israelí de autor: ¡Sentarse en una colina y ver cómo llueven bombas sobre Palestina!
Los habitantes de una ciudad de Israel se divierten observando cómo masacran a palestinos

¿No tenéis pasta para ir al cine? Tranquilos. No pasa nada. Los habitantes de Sderot, una ciudad israelí, tienen la solución. Cogéis unas sillas cómodas y unos frankfurts y subís a una colina para ver como bombardean Palestina. ¿Qué? ¿Os parece inmoral? Pues tenéis razón: ¡Frankfurts! ¡Si los hacen con carne de cerdo! Seguro que eso ofende mucho a Dios. Mucho. Muchísimo. Mucho más que divertirse viendo como unos humanos saltan por los aires en pedazos.
“Es indignante”, ha declarado una chica israelí que acudió con su novio al cine de Sderot. “Una hora y media de muertes y explosiones. No se han molestado en poner ninguna historia de amor. Aburridísima. Le pongo dos estrellas de David y porque me pilláis de buen humor”.
“Muy y muy predecible”, afirma otro de los asistentes. “Sabía cómo terminaría desde el primer minuto. En Israel tenemos bombas como para provocar el Apocalipsis, y ellos tan solo unos cohetes de feria que funcionan con orina y zumo de naranja. Era evidente que los palestinos acabarían machacados”.
“Pues a mí me ha gustado”, confiesa otro de los habitantes de Sderot. “Me ha entretenido. No tienes que pensar en quiénes son los buenos y quiénes son los malos porque ya lo sabes antes de venir. Con un par de Transformers sería la película perfecta”.
“Atrevida. Transgresora. Visionaria. Una película a contracorriente”, exclama un crítico cinematográfico. “Le da vuelta al clásico modelo del filme de Spielberg. Aquí son los judíos los que cogen la iniciativa y masacran a sus enemigos. Una obra de arte que será incomprendida por culpa de la ceguera del aborregado espectador medio”.
¿Chillábais de terror cuando el típico amigo listillo os proponía ir a ver un ciclo de “nuevo cine israelí”? ¡Pues dejad de preocuparos! Ahora podéis presumir de ser unos cinéfilos enteradillos sin aguantar tostonazos. Sólo tenéis que sentaros y gozar del espectáculo. Eso sí, será mejor que os dejéis el sentido crítico en casa. Y la compasión. Y la moral. Y cualquiera de esas cosas que definen al ser humano.