Los griegos prefieren morir de pie, porque vivir de rodillas implica tener el pene del FMI en la boca
Un breve análisis de la victoria del «NO» griego sin chistes de yogures ni de sexo anal

Vamos a intentar hacer una valoración del referéndum griego diferente, sin chistes de sodomía. La sodomía es un tema muy serio. Que se lo digan a Merkel, si no, a quien los griegos acaban de encular.
Grecia ha hablado. Raro, con esa lengua que parece una ecuación de física de partículas muy larga, pero ha hablado. La respuesta de los griegos ha sido que NO, que basta de ser esa máquina expendedora mágica que traga mierda en forma de recortes y expulsa oro acuñado en amortizaciones de deuda que van a parar a los bancos de los pensionistas alemanes.
Los economistas neoliberales, y perdón por la redundancia, han realizado los primeros vaticinios sobre el futuro de Grecia. Su posición sigue la línea del análisis científico, de opiniones ponderadas y meditadas, con frases como “¡Grecia se arroja al abismo!”, “¡Los griegos rompen Europa!” o “¡¿Pero qué habéis hecho, jodidos monos vagabundos del vertedero sur-europeo?! ¡¡PERECED!!”.
Los mercados se revuelven en sus camas de marfil envueltos en sudores fríos que emanan de sueños pesadillescos. Cabe recordar que estas visiones apocalípticas son exactamente las mismas que pronunciaron cuando Syriza alcanzó el poder, y las mismas que llevan repitiendo cada vez que alguien osa oponerse a sus “deberes”. Porque así llaman a los recortes, "deberes". Con la condescendencia del tutor de primaria que reprende al alumno al que, ante sus padres, define como "rezagado", pero en la sala de profesores se ríe de él mientras lo tilda de "subnormal".
Si la capacidad predictiva de organismos como el BCE y el FMI, dirigidos por exejecutivos de Goldman & Sachs, sigue intacta, podemos estar tranquilos. Fueron incapaces de prever el estallido de la crisis financiera global, y eso que fueron ellos mismos quienes la alimentaron durante años con su avaricia, de manera que cabe esperar que serán incapaces de prever cualquier otro cambio de paradigma. Ni el cataclismo, ni la recuperación. ¿Oráculos a los griegos? Venga, hombre…