Ni una sola «estelada» en la final de la Copa del Rey
La emisión televisada de la final demuestra que los aficionados catalanes ni siquiera asistieron al partido

Soberbia noche de homenaje al fútbol y a la unidad de España la vivida ayer en el madrileño Estadio Vicente Calderón. A pesar de las polémicas infundadas, promovidas sin lugar a dudas por un reducido número de agitadores y enemigos de la patria, el magno encuentro balompédico transcurrió sin incidentes remarcables. Y es que, como quedó demostrado por la realización televisiva, no hubo ni una sola bandera “estelada”.

El amor incondicional de la ciudadanía al Estado español quedó demostrado desde antes incluso de que diera comienzo el encuentro, con la reproducción del himno nacional. Como pudo escucharse a través de los televisores, miles de aficionados acompañaron el himno de España con sus vítores y silbidos de emoción. Los enemigos de la patria calificarán este suceso de “pitada”, pero nada más lejos de la realidad. Sucedió que los aficionados pusieron todo su ímpetu y fervor en silbar la tonada de la gran nación española, con sus carrillos henchidos por el orgullo de perternecer a un gran país en el que derechos como la libertad de expresión son y serán incuestionables. Mas por desgracia, los hinchas están poco acostumbrados al majestuoso sonido de nuestro himno nacional, de forma que, a pesar de sus esfuerzos, erraron sin embargo en la ejecución del compás, el tono y la melodía del himno. No así en la letra, que bordaron a la perfección.

La impecable realización televisiva ofrecida a los espectadores de todo el país demostró que los aficionados catalanes, a menudo tildados de insurgentes, no sólo sienten una adoración absoluta por nuestro gran Rey Felipe VI, sino que es tal la obediencia y pleitesía que rinden a su cabeza de estado que ni siquiera asistieron al partido, para evitar incomodarle.

El partido iba bien hasta que, a pocos minutos del final y de forma totalmente injusta, marcaron los putos catalinos.