Locura en San Fermín:
Recorre la calle Estafeta montado sobre un miura tras confundir el encierro con un rodeo
Un turista americano salta sobre las reses ante la mirada atónita de los corredores.

Entre corredores de encierro con palos de selfie, australianos borrachos y aficionados patosos con grandes probabilidades de terminar con un ‘piercing de asta en el corazón’ los encierros resultan cada vez más dantescos. Pero siempre queda lugar para la mejora, San Fermín se supera año tras año.
Durante el encierro de esta mañana Andrew Macguffin, en un estado etílico de 5 en la escala Hemingway (escala en la que que 1 ya equivale a ‘rozar el coma’), se ha envalentonado y ha decidido participar. El problema es que nadie había explicado a este yanki en qué consistía un encierro de San Fermín. Así, el joven ha decidido hacer lo que ve en su tierra, se ha subido a los maderos y ha saltado sobre el primer toro bravo que ha pasado delante.
El estupor de los corredores ha sido mayúsculo al ver acercarse, tras los mansos de turno, un toro zaíno de 529 kilos con un tipo encima blandiendo su sombrero de paja mexicano typical spanish. Los corredores veteranos, testigos del improvisado rodeo, se han mostrado indignados: “la tradición cada año va a peor”. Los americanos asistentes no lo han visto de la misma forma: “no ha hecho un mal tiempo, yo le daba un tercer puesto en la feria del condado”, asienten orgullosos.
Si es que, en el fondo, los encierros y los rodeos son primos hermanos: animales estresados, adrenalina, un montón de gente y siempre, siempre, aparece algún payaso.